viernes, 9 de julio de 2010

Cumpliendo sueños (y los excesos del desayuno)



Nazca, 9 de julio de 2010

Cuando tenía 9 años leí en un libro de aprendizaje de inglés (el mítico Discoveries) sobre la existencia de unas líneas y figuras de grandes dimensiones en el desierto de Nazca, Perú. Estas imágenes, realizadas entre los siglos I y VI d.C. por la cultura homónima, la Nazca, consisten en líneas que a veces se extienden hasta donde abarca la vista, así como dibujos que llegan a alcanzar los 100 metros de longitud y representan animales como el mono, la araña, la ballena, y también seres humanos.
Se ha especulado y se sigue especulando sobre los motivos que llevaron a los nazcas a realizarlas. Algunos estudiosos sugieren que eran un calendario astronómico para saber cuándo plantar y recoger sus cosechas, otros ven en ellas símbolos religiosos y rituales, y más recientemente está cobrando fuerza la teoría de que indicaban la ubicación de pozos de agua – el desierto de Nazca es uno de los lugares con menor pluviosidad del mundo.
Probablemente las Líneas de Nazca no tengan una única explicación, sino varias de las que acabo de apuntar. Pero lo verdaderamente sorprendente es que sólo pueden ser apreciadas desde el aire, puesto que no hay elevaciones cercanas que permitan contemplarlas y que faciliten su trazado, lo cual suscita numerosos interrogantes sobre su realización.
Como decía al inicio, la primera vez que oí hablar de Las Líneas de Nazca fue hace veinte años. Desde entonces el recuerdo de las mismas me había sobrevenido en numerosas ocasiones, y al igual que Machu Picchu tenía una enorme curiosidad por verlas algún día.
Finalmente pude hacerlo el pasado 9 de julio, en un vuelo en avioneta de unos 25 minutos. Ahora puedo decir que son realmente impresionantes, al tiempo que os doy un consejo: ¡no se os ocurra nunca sobrevolarlas justo después de desayunar!
Pensaba que las avionetas se movían menos… mi estómago se convirtió en una centrifugadora en la que las tostadas se mezclaban sin pudor alguno con el café con leche y el zumo de naranja, y acabé olvidándome de las líneas, los animales y mi cámara de fotos para centrarme en mirar al horizonte y desear que el vuelo acabara cuanto antes. Pero estuve allí…

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